Zz
No hay escape en la cocina
a las decisiones invasivas
del baboso y grande caracol.
Se me acerca muy temeroso,
desde la entrada ya salivoso,
con su concha dentro el corazón.
Va dejando una avenida
y al ser imperceptible su ida,
cuando ya pasado por el zaguán.
decide darse su caparazón
una media vuelta asqueroso
para saber qué estuvo tan mal,
vuelve a mirarme tembloroso,
yo con manos a la par de la sal,
y esta vez sin hacer hincapié,
se me abalanza con pie fangal
cubriéndome entero viscoso.
Cada media vuelta,
casi medio siglo.
Comments
Post a Comment