Chasquilla


Salía de mi casa y la mañana estaba preciosa, nublada y clara me hacía participante de la escena rutinaria. Al llegar al paradero veré al señor de la India, ahí está mirando el celular con su camisa blanca y corbata rosada, hoy parece más animado de lo normal, y aquí tenemos a la chiquilla rubia que se dirige al colegio, luchando con el frío con su falda burdeo y chaleco negro me trae recuerdos de años. Nunca les había hablado, pero los había visto 541 veces, ellos también me conocían de alguna manera. Se me acerca repentinamente una niña que estaba fuera del libreto, no la había visto antes en estos 10 años, parecía ser universitaria y me hubiese percatado de ella de antemano si no fuese por la señora de la casa azul que la tapaba. En aquel momento estaba jugueteando con mi celular mientras observaba de reojo a la chica venir, llevaba una chasquilla y el pelo amarrado, la veía borrosa, pero estaba seguro de que me miraba, quería decirme algo. La miro, me mira; vuelvo a lo mío y me sorprende al gritar:
-¿Qué andas grabando? -
Todos se dan vuelta a mirarnos, alrededor de 30 personas, era lunes.
-¿Perdón? – digo desconcertado
-¡Se qué estas grabando a la escolar con el celular! –
No me creo lo que está pasando, la colegiala se aleja un poco mientras mira nerviosamente hacia atrás, algunos se hacen los desentendidos, un tipo se acerca a preguntar qué está sucediendo y otros murmuran.
-No se qué está hablando ella, yo no estaba grabando a nadie… pero bueno cómo es posible que supieses lo que estaba haciendo con mi celular desde ese…-
-Te vi apuntar el celular y te vi grabar, con esa cara de descarado que tienes ahora -me interrumpe
Por suerte la micro llega y todos se suben, el tipo se rinde y me quedo con la Chasquilla. Nos miran por la ventana mientras se retiran lentamente. No sé qué era peor: irme en el bus o quedarme en el paradero. Me parecía un perfecto día para renunciar y cambiarme de comuna, o de país, ojalá de planeta, transmigrar mi alma y comenzar de nuevo. Era obvio que esta mujer quería algo de mí y no iba a quedarme a averiguarlo. Bajo la calle sin pensar a dónde voy, la chiquilla me sigue un poco más atrás, me volteo:
-¡Espérame! – se notaba un poco desesperada
¿Pero qué mierda? ¿Me quiere asaltar? Imposible, es más delgada que yo y a duras penas se puede su bolso, el portaplanos que lleva encima parece más alto que ella. ¿Chantajearme, eso es? Tiene que ser dinero, qué más podría ser.
Me alcanza, agotada por la cuadra a paso rápido. Me toma del hombro y me hace detenerme mientras trata de recobrar el aliento, cuando levanta el rostro me confiesa:
-¡Fue un completo malentendido! de verdad lo siento, tu celular es un Huawei y yo pensé que tenías un Motorola, por lo que el sonido de grabación es diferente y no podría haber salido de tu teléfono lo que escuché…- me doy cuenta de que aún tengo el celular en la mano y me lo echo al bolsillo. No sé realmente qué está pasando, pero me voy caminando con ella en silencio; no quiero decir más. Estoy cansado y no tengo ganas de dar absolución a los pecadores. Se veía tímida, muy diferente a antes, yo igual estaba avergonzado, toda la situación me encogía un poco. Seguimos hasta que el sonido del próximo bus venir le recuerda que tiene que irse, se despide en un apuro y corre  más rápido que antes de vuelta al paradero. Toma la micro sin antes gritar perdón por tercera vez. Yo me quedo mirándola todo el rato, qué chasquilla tan inusual llevaba.

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