Unedited
Bajó apresuradamente unas deshechas escaleras y salió
al patio para recibir a Daniel a quién no veía del mes pasado. Se detuvo al notarle
el rostro, tenía que entrecerrar los ojos por el atardecer que se escondía detrás
de la ciudad, pero aún así podía notar que algo andaba mal: estaba serio y pálido,
no eran buenas noticias.
—¿Qué pasó? —dijo Koldobika yendo al grano.
—Tu hermano falleció —respondió Daniel sin inmutarse, venía
ensayando desde que salió de la puerta, casi 6 horas.
Koldobika se dio media vuelta y volvió a entrar,
intentó buscar algo encima de la mesa y en los estantes, pero no lo encontró.
Se sentó en la silla, apoyo los brazos en la mesa y sostuvo su mentón en las
manos.
—La puta dieta, te lo digo, le había dicho…
—No fue eso, fue un accidente… vehicular —interrumpió Daniel,
cuyos ojos verdes se le humedecían otra vez, quería a los dos hermanos con la
misma intensidad.
—Pues cuéntame todo
entonces ¿qué mierda pasó?
Daniel relató de principio a fin el suceso sin
tartamudear ninguna palabra. García se había volcado en estado de ebriedad,
nadie sabía muy bien qué había sucedido pues ocurrió fuera de la ciudad e iba
solo, lo encontró un montero a 200 km al noroeste.
—¿Cómo salió de la ciudad? —Koldobika se levantó y
empezó a pasearse—. ¿Pues, cómo? No es posible, y menos si te vas ebrio ¿Y
quieres que me crea que un montero caminó 200 km para avisar de un vehículo en
medio de la nada? Es un maldito páramo desierto ¡Al norte de Puerto Esperanza
no hay nada excepto ratas y milodones! —ya gritaba y estaba furioso.
—Cálmate, Koldo, yo no sé más de lo que escuché de la Guardia
y ya te dije todo. El auto no tenía indicios de haber sido atacado, solo las abolladuras
del volcamiento—.
Koldo subió las escaleras que se quejaban hoy como
nunca, y se tiró en la cama cual estruendo se sintió en toda la pequeña casa de
madera.
Anocheció y las voces de Clara y los demás lo despertaron,
bajó al comedor donde Daniel seguía sentado en la misma posición, pero esta vez
con una taza de té sobre la mesa. Al entrar, Clara ya se imaginaba lo que sucedía.
Todos escucharon la noticia y quedaron con más dudas que ganas de comer. Al
momento de servir la cena los ánimos ya se habían apaciguado y todos estaban en
silencio, más por deber y respeto de lo recién cazado y fallecido que por
apetito. Fue una comida corta y el primero en levantarse fue Koldo a quien Clara
siguió enseguida, tendrían mucho que discutir y era de esperar que Koldobika se
sintiese culpable: el haberse quedado acá fue su decisión y esto implicaba
rechazar la ciudad, tergiversando se podía igualar a rechazar a la familia, era
como haber dejado a su hermano a la merced de las vacas, de los comepasto,
siendo masticado y rumiado para luego terminar en un desenfreno etílico que terminó
con su deceso.
Era de día y Koldobika conducía una ATV vieja y llena
de polvo, iba camino a cazar o a escapar de Clara.
—¿Para dónde vas? —Había
dicho Clara preocupada, tratando de leerle los ojos
—Voy y vuelvo, no te preocupes, todo está bien
—Con cuidado, cariño, por favor.
Clara estaba muy preocupada por la reacción pero
sentía que tenía que dejarlo solo un rato, ella también estaba afectada y ahora
pensaba en García y el huerto que habían construido hace algunos años. Él cada
vez que podía le traía libros sobre agricultura, plantas y verduras, cómo
construir un invernadero, cosas que uno solo podía aprender en la ciudad. Así
había aprendido sobre tipos de semillas, germinación, temperaturas ideales, control
de plagas, sistema de riego entre otro diversos temas.
Koldo pensaba que lo de anoche era suficiente para hoy
pero se convencía de que no quería seguir comiendo conejo, estaba en busca de
algo más tentador o que le despejase la mente. Un lomo de vacuno le hubiese
sido perfecto, pero no encontraría una res ni recorriendo todo este triangulo
de la Patagonia, se conformaría con la emoción de matar un milodón que a pesar
de tener la carne dura y viscosa podría curarse y conservarse, alcanzando para
medio mes o incluso más.
—¿Y después qué?
Esa duda lo atacó mientras aceleraba a fondo y
levantaba una estela de tierra visible desde las montañas. Más aceleraba y más
se acordaba de su hermano y más sentía rabia, quería ir al noroeste, cerca de
las cuevas y revisar el lugar del accidente, quizás encontraría alguna pista
que le llevasen a la verdad ¿cuál verdad? ni él lo sabía. Lo único de lo que
estaba seguro era que la historia no estaba completa, faltaba un trozo y ahora
iba en la dirección contraria y sentía rabia por…
Veo un puma a lo lejos y me detengo, detengo el motor de
la quad y apoyo los codos sobre ella. El sensor térmico me muestra un pequeño
gato rojo y por la distancia debería ser enorme. Está a casi a un kilómetro, si
me acerco más me escuchará. No puedo creerlo ¡un puma! Es como comer ternera,
no tengo esta oportunidad desde el año pasado, si lo logro nos hará el día y podremos
tener una excusa para emborracharnos con vino y hacer un asado, adiós conejos,
ardillas, milodones o cualquier carne dura y pegada al hueso que sepa como
pollo o pena. Esto es lo más cercano que tendré a un lomo y felicidad, por hoy
al menos, pero tengo que acercarme más a escondidas….
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