頑張れ(!)


Las impresiones que dejaban sus visitas perduraban toda la semana y desde que se suicidó Gabriel se habían vuelto más frecuentes, pero en invierno siempre disminuían. Cada vez que me sentía solo me gustaba mirar desde el balcón a mi vecina del sexto piso que se encerraba en su pieza a tocar el teclado y a cantar con audífonos. No la escuchaba, no obstante mirarla moverse con tanta confianza causaba en mí una admiración tal que me daban hasta ganas de salir de aquí, pronto cambiaba de parecer cuando volvía mis pensamientos hacía mí y me percataba de que jamás sería como ella, como yo creía que ella era: libre y real, realizándose a cada segundo. Era el caso que siempre terminaba pensando en mi y no me agradaba eso ¿no me conformaba, acaso, con solo admirarla? Ver sus manos girar y sus brazos crear figuras en el aire, junto a su sonrisa natural, cabello suelto y sus vueltas de bailarina de ballet, las cuales me sacaban del estupor del aburrimiento. Sí tan solo fuese un cuarto de lo hermosa que ella era…
La miraba como todas las noches y me sentía mal en tener que espiarla así, su ventana daba justo en mi ángulo y si la burbuja no hubiese estallado los vecinos de arriba y abajo mío también la podrían observar; ahora solo quedaban en este edificio algunos arrendatarios y dueños, y en mi sector del edificio no eran muchos, o quizás gracias a eso mismo podía verla: ella no tenía idea que alguien la estaba observando, habría puesto cortinas más gruesas y me hubiese denunciado por acechador o algo así. Por suerte la única pieza donde ella era visible era donde ensayaba. Me imaginaba lanzándole un avioncito de papel que dijese “¡Sigue así, tú puedes!” ya que practicaba todos los días, o subiéndome al balaustre y saltando al suyo, y mientras soportaba mi peso colgado con las manos, decirle unas cuantas palabras: “hola, te veo todos los días ensayar y la verdad es que has hecho un buen trabajo” pero no sabía nada de música ¿con qué derecho me iba a colgar de su balcón para decirle tales palabras? Y no tenía mucha confianza en saltar desde el décimo piso hasta el sexto ya que sufría de vértigo, quizás me lanzaba al suelo de una y con la mano llena de sangre podría haber alcanzado a escribir en el suelo “頑張れ” ¡Solo tres caracteres! La exclamación no era necesaria ¿Y si no sabía japonés? Además no podía escribir  頑張れ  sin mirar los kanji de referencia. Así que me dejé de webear y me fui a acostar.

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