Te saco
Estaba sentado junto a Claudio y Elías, tres conocidos
más se clavaban al lado opuesto y a la cabeza, ocupábamos la esquina de una larga
mesa de comedor. Era de noche y comíamos carne y papas entre otras cosas, la
cosecha de cuatro horas de juerga. Volvíamos a los temas de costumbre, yo me
volcaba con argumentos antagónicos por el iluso sacrificio de hacer dialéctica,
siempre. Quería decir algo y no lograba encontrarlo mientras me perdía en el alcohol y
las risas, el descaro de seguir tranquilo a pesar de no saber qué sucedía junto a la seguridad de una nota alta. Sentía que me imaginaba todo lo que pasaba, que
no era real. Sentía por estas personas lo que me prohibía y se desperdiciaba, a
través del techo caía en la mesa para luego deslizarse por el suelo a un rincón
o a juntarse con otras esperando a ser encontrada. En ese tiempo estaba más
encerrado que hoy, más muerto o vivo, diferente pero igual de estúpido, menos taciturno
y más sincero e inocente. Más, más,
menos, más, igual pero igual. Mi reflejo llamaba a mi madre y cuando estaba
borracho la amaba, me amaba. Moría y revivía, a mi perdida cuando volvía a la
sobriedad los estados pasajeros se me olvidaban y la razón de tanta exaltación me
chocaba vacía, con toda su presencia inicial pero sin el contacto, una masa de
metal con el peso de una pluma, volumen sin impacto. Como lo que escribía. ¿Por
qué escribía? Porque quería querer a estas personas, sobre todo a Claudio y
Elías. Quería haberlas querido. Quiero quererlas en ese momento, sin embargo,
ese momento no está, ya no existe, recreo uno nuevo en mi imaginación y lo
repito. Veía en Claudio una bondad infinita, me imaginaba a Platón escuchando a
Sócrates ¿o era Aristóteles?, bueno eso no importa lo importante era que,
Se me cae el moledor al deslizarse mi pie en el
desnivel de la entrada al patio exterior. Paranoico por si un fantasma me sorprende
mirando en otra dirección para agarrarme y llevarme, lo recojo rápidamente.
Miro hacia adentro y todo sigue igual. Quedé descerebrado, me pongo a revisar mis
recuerdos para saber lo que estaba pensando hace 15 segundos. Creo que recapitulaba
un recuerdo ¿no era que escribía? ¿Me imaginaba escribiendo la recapitulación
de un recuerdo? Quería hacer justicia, hacer arte como lo hace un Premio Nobel, como lo haría Neruda, ¡qué vergüenza! si a mucha suerte había leído tres libros en los últimos 10 años y jamás terminé Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada (siempre me bajaba antes del metro) tampoco había vivido una guerra (pero sí hice el servicio militar) o un amor imposible (uno
fue posible por 8 años), en dictadura aún no pensaba, había permanecido siempre en este país, no tenía hijos
o grandes motivos o metas, no había sufrido grandes problemas en mi vida, y a veces,
a veces, tenía que pedir dinero prestado. ¿Sobre qué voy a escribir? Dios mío, saco un
cigarro y me lo hecho a la boca. Restriego las manos en mi cuerpo buscando el
fuego. Mi pecho se relaja en costumbre y exhalo rindiéndome al presente. Quiero
desgarrar el vidrio y la luz, velar por mis más queridos, tener un deseo
instintivo por el ser y la familia, reclamar mi lugar como ser humano. Apaciguo
con narrativas mentales.
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