Burbuja
Crear arte, tener familia o las dos, pero no ninguna ¿Hay
esperanzas para mí que no quiero usar mi vientre para cobijar vida ni soy capaz
de ser hermosa en mi expresión?
Cuando llegué del trabajo caminé como todos los días
aquel largo y estrecho pasillo, no tenía apuro en ver lo que me esperaba al
final y mi paso se deslizaba firme pero lento sobre las heladas baldosas, las
luces fluorescentes que me causan más dolor de cabeza que seguridad no permitían
que se volviese tenebrosa la caminata, sin embargo siempre me ha llamado la
atención el sonido misterioso que mis tacos hacen en el momento que me acerco a la puerta, es como si me quisieran decir una verdad que no
logro captar. Abro la puerta y cuando la cierro a mis espaldas se crea un eco
ahogado por el pasillo que parece darme la bienvenida, o al menos avisar a mis
vecinos que he llegado. Voy a la mesa y coloco mi bolso encima, caigo de
nuevo en este sentimiento, creo que me siento sola y vacía, pero no lo estoy. Papá
preguntó ayer si estaba pololeando o si andaba con alguien, no me urgía, pero su inquietud
sobre cuándo formaría una familia era evidente. Ve la humanidad en mí, es sensato
querer que tu hija siga los pasos naturales de generaciones que nos llevan aquí
y preocuparse cuando aún no lo hace a cierta edad, debe estimar que las cosas andan
mal y quiere ayudar, pero no sabe cómo. Sigo con estos pensamientos mientras me
desvisto frente al espejo y me siento en la cama. Me dejo la camisa, me acurruco
en las sabanas en una especie de trance somnoliento olvidando qué estaba
discutiendo, sentía que era importante y mi mente comienza a toquetear, pero el
sueño hace que sea una búsqueda en vano y no me importa, quizás mañana. Por
ahora me siento como un tesoro esperando a ser encontrado y me hundo en el mar susurrando
burbujitas.
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