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3:30 AM, dejaba el ascensor en el treceavo piso para entrar a mi pasillo. Me detuve al principio de este. Sigo recordando el corredor largo y oscuro que se extendía como un tren viejo, olvidado entre andenes de metal oxidado. En una noche con nubes pesadas de púrpura, trataba de escapar de los habitantes que lo pudiesen montar emanando humo negro y tóxico por la chimenea, humo lleno de vértigo, el cual te hacía sentir la muerte muy cercana antes de intentar poner la llave en la cerradura. Una hilera de luces fluorescentes en el techo me daba la impresión de estar en una película de horror, y para colmo, mi departamento se encontraba al fondo del tren. No pensaba correr, por miedo a que mis vecinos pensaran que estaba demente, pero tampoco podía ir a paso lento, por miedo a Linda Blair poseída y vomitando. Lo curioso era que nunca me preguntaba que pasaba si me atrapaba ¿me mataba o me llevaba? De cualquier modo, de seguro un resultado horrible debería ser, y concluía que morir súbitamente era mucho mejor a que te llevara al fondo del negro abismo vivo, escuchando gritos desquiciados para el resto de la eternidad. Así que esta vez decidí a no apurar el paso ni un poco, ni siquiera un paso dado una fracción de segundo más rápido permitiría, como un paso nervioso al ver que se te acerca un conocido, nada de eso, iría caminando como un padre de familia cansado después de un largo y arduo día de trabajo y de ser un miembro respetable de esta sociedad civil, totalmente normal, totalmente valiente. Comencé a caminar lentamente, a paso seguro, mis zapatos hacían un eco que rebotaba al fondo, en la red seca, a la derecha de la cual se encontraba mi puerta. Algo sentía en mi cuello y detrás de mi que me obligaba a darme la vuelta una y otra vez, pero no lograba ver nada. Me daba vuelta una y otra vez, pero nada de nada, no lograba ver nada, nada nada nada, como ahora, así que seguí, y a la mitad pasó, justo debajo de una luz fluorescente que parpadeaba, pero esta vez no volvió a prenderse, cuando miré hacia la luz justo encima de mí, la vi, subí la cabeza y estaba ahí, no logré ver nada. Sigo recordando ahora, porque no me queda más que hacer para el resto de la eternidad. Entre gritos ásperos, sonidos de mordidas, siento dientes de vez en cuando, gritos desquiciados se elevan en el vacío, hay algo que habla ronco y muy rápido y a veces me grita en el oído, siento su cabello en mi cara.

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